Muchas veces cuando pienso qué les dejo o qué quiero, quisiera que tuvieran todo y a veces la realidad me responde crudamente. Podemos darle educación, seguridad, bienestar, compañía pero sin olvidar que este mundo es un juego con muchas trampas, es por ello que tienen que aprender a volar y ser fuertes para enfrentar los grandes desafíos que se les presenten. Aquí o donde estén, deben tener valores para poder discernir y herramientas en su educación para poder pasar las exigentes pruebas que el mundo de hoy les toma. El inmigrar es un gran sacrificio pero para ellos, es una fuente de cosas que muchos no tuvimos y tantos otros no tendrán. Esperemos que lo sepan valorar.
Hasta otro momento.
martes, 28 de agosto de 2007
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