miércoles, 16 de diciembre de 2009

Entre la caldera y el refrigerador

Cinco años y medio han pasado desde que partimos de nuestra tierra natal, Mendoza querida, tierra del sol y del buen vino. Era tiempo de volver y fue toda una experiencia de vida. Cerca de 20 horas en avión nos separaban. El porqué el título ? pues, fue pasar de un extremo al otro, y vivir el contraste. En realidad no solo es el calor extremo el que vivimos con 30 grados promedio, sino la realidad social fue lo que más me impactó a pesar de conocerla. Tal vez sea una cuestión de ciclos crónicos y que nos tocó el lado duro, el lado bajo, pero fue la percepción de desgaste en la gente lo que más me afectó. La cruda realidad de una sucesión de políticas que no agregan nada a la inexistente esperanza de la gente, más el sentimiento continuo de inseguridad acrecentado por una pobreza persistente fue también objeto de mi percepción. Hoy por hoy, no se puede pensar en un volver, sino en tratar de asistir a aquellos que quedaron en esa nave sin rumbo. Muchas veces he pensado si es mejor vivir en un refrigerador (cuando volvimos fue a -10 y con nieve) al cual tampoco pertenecemos, pero que como poco nos da abrigo y protección y como mucho nos da trabajo y seguridad. Es duro realmente pensar en contrastes y realidades. Pero el volver me hace pensar que todo tiene un precio y el nuestro ha sido el dejar a todos nuestros seres queridos a merced de un destino que es incierto. Nuestros problemas son otros, la rutina, el trabajo, el ser reconocidos, la lengua (siempre la lengua), los códigos sociales (tan distintos a los nuestros), pero más allá de todo eso, no se acerca en nada a la dura realidad de todos los días que "los nuestros" deben confrontar. Será de Dios y de nuestra ayuda que pueda sacarlos de esa honda inercia ? Eso espero sinceramente.