martes, 9 de septiembre de 2008

El idioma: cuestión de frecuencias

Es común que cuando uno ha pasado ya un tiempo en otro país y con otra cultura, a veces pueda mimetizarse un poco, pero depende mucho de la edad y de la persona en sí misma, del grupo que frecuenta o las actividades que uno ejerza. En mi caso, mi actividad laboral es técnica y muchas veces interactúo más con las máquinas que con las personas, pero eso no quita que hayan momentos donde converse con quebecois o con gente de otros países. Ahora bien, sea por el idioma o sea por las costumbres, el entender, el comprender al otro y viceversa es una cuestión que yo llamo una cuestión de estar en diferentes frecuencias, como cuando uno prendía la radio y escuchaba dos emisoras a la vez, sin entender nada. Es tan pero tan difícil hacerse entender con una idea o comprender el dialecto o lo que diría el código cultural que posiblemente pasen muchos años antes de comprender a la gente que me rodea y que ellos me comprendan. Acabo de terminar un curso de francés quebecois y diría que es como haberme bajado del avión escuchando ruidos. Sí, sé que nuestro castellano dista mucho y ya lo he dicho en otro apartado, pero es por eso que creo que hay días que da la impresión de estar en otro planeta. Es también difícil hacer imaginar a alguien que jamás ha vivido en un país de sangre caliente, hacer entender un sentimiento o una idea o explicar cuál es la realidad de donde venimos donde el vivir en un sistema es una excepción. Sé que me costará tal vez entender a los míos cuando algún día regrese y vea otra realidad que la que dejé hacen ya cuatro años, pero en fin, tal vez sea momento de otra realidad y de hacer otra reflexión.